
Amerikanuak: El Octavo Herrialde.
Por Odón Ulibarrena
Aunque a muchos compatriotas europeos les cueste aceptarlo, es una realidad antropológica que los Amerikanuak han conseguido formar un nuevo Herrialde; por sus sentimientos, voluntades y acciones así deben ser reconocidos. Por lo tanto, en el siglo XXI, Euskalherria cuenta con ocho Herrialde.

Pero no debemos pensar que la idea del Octavo Herrialde es nueva pues con la sola experiencia de la Sociedad Bascongada de Amigos del País, debería ser suficiente para demostrar la realidad de ser vascos en América y la mancomunidad de acciones con los Europakuak, pero de no serlo, bien puede comprobarse con las Euskal Etxeak distribuidas a lo largo y ancho de América. De acuerdo con el censo de la Secretaría de Acción Exterior del Gobierno Vasco, son 191 Centros Vascos distribuidos en 25 países.
Los políticos profesionales prefieren cimentar sus opiniones en la Historia Documental, sin tomar en cuenta la Etnología Histórica, por lo que cometen errores garrafales. Por ejemplo, hablan de los reinos de Navarra, Castilla, Aragón y Francia omitiendo la existencia de un Pueblo unido en Hermandades. Los documentos demuestran concepciones y acciones muy diferentes entre los monárquicos y los Bonnes Omes . Los primeros se adherían al más fuerte, los segundos al Sudor de su Frente y a la Solidaridad Étnica surgida del Gizabidea pues no se concibe poder estar bien individualmente sino vecinalmente.
La primera Hermandad
La primera Hermandad de que tengo noticia es del año 1204 entre los auzókratas de Tudela, Arguedas, Valtierra, Cascante, Cadreita, Alesbes (Villafranca), Milagro, Falces, Santacara, Murillo el Fruto, Murillo las Limás, Carcastillo, Tauste, Esseia (Ejea), Luna, El Bayo, Biota y Esla, gentes “de” los reinos de Aragón y Navarra que “… acordaron ayudarse mutuamente contra todos los que les hicieren mal …”. No tomaron las armas para combatir a los españoles ni a los franceses, entre otras razones porque Francia, como tal, existe desde 1789 y el reino de España desde 1808, año de la coronación de José I Bonaparte. Tomaron las armas para DEFENDERSE de gentes de su propio país. En concreto de los “cabaylleros balderos que rotbaban y stragaban la tierra”.
¡Qué reinos ni que ocho cuartos! La Buena Gente no miraba la procedencia de los miembros de sus Hermandades sino su Humanismo, su modo de afrontar los Problemas de la Vida, muy especialmente los que les causaban sus contemporáneos civilizados, aquellos que pregonaban lo que decía Alfonso X de Castilla; “Do hay reyes no mandan leyes”.
¿No se dice que para muestra vale un botón? Recordemos que en el archivo de Nájera se conservan varias Cartas de Hermandad y que la del 6 de julio de 1295, pactada en Burgos al igual que la de 1282, fue suscrita por 45 concejos (2 desconocidos) de los que se conservan 33 sellos pendientes: Salvatierra-Agurain, Saja, Salinillas de Buradón, Calahorra, Navarrete, Salinas de Añana, Haro, Nájera, Aguilar de Campo, San Vicente de la Barquera, Laredo, Castro Urdiales, Santander, Medina de Pomar, Belorado, Frias, Santo Domingo de Silos, Vitoria-Gasteiz, Logroño, Burgos, Palencia, Carrión, Valladolid, Dueñas, Palenzuela, Castrojeriz, Sahagún, Pancorbo, Oca, Santo Domingo de la Calzada, Monasterio de Rodilla, Covarrubias, Cervera de Pisuerga, Salas de los Infantes, Paredes de Nava, Miranda de Ebro, Arrasate-Mondragón, Villalva, Oña, Portilla, Briones, Lerma, Tordehumos y otros dos concejos más. Buena gente “de” Cantabria, Castilla, Gipuzkoa y La Rioja unidas frente a los Señores civilizados.
Los monárquicos gritaban: “Ha muerto el rey: ¡viva el rey!” La Buena Gente, tal y como pregonaban los Infanzones Obanos en los siglos XIII y XIV, decían: “Pro libértate Patria, gens libera state – Gens libera state pro Patria libera siat” (la gente debe ser libre para que la Patria pueda serlo).
Terminemos este apunte de la forma de actuar de los Auzókratas unidos en Hermandades con la Ordenanza 19 del Quaderno de Hermandad de Gipuzkoa, establecida en 1457, un año después de haber demolido todas las casas fuertes y torres de los Andikis-Parientes Mayores, a los que, ADEMÁS, expulsaron de Gipuzkoa: “Quien tome parte en los bandos de Vizcaya, Encartaciones, Oñate, Aramayona, Álava, Navarra y Labort será privado de sus casas, y si no las tuviere, perderá la vida”.
Nuestro artículo hará hincapié en la voluntad de ser vascos fuera de Euskalherria más que en la presencia de conquistadores, navegantes o comerciantes. Dejaremos para otros artículos las sorprendentes acciones de los “espumadores” (piratas y corsarios), las de los cazadores de ballenas procesadores de “saín” (aceite para el alumbrado, verdadero oro líquido) y las de los pescadores saladores de Bakallu (bacalao).
Los navieros vascos
Empecemos por los navieros vascos, que fueron los principales responsables del suministro de mercancías para los asentamientos americanos, lo cual conllevaba una interacción entre compatriotas muy digna de admirar. El más relevante desde 1496 a 1514, fue Peru de Arbolantxa. Peru de Arbolantxa, establecidos en Panamá en 1596, poseían 99 y 85 navíos respectivamente. El obispo de Santiago de Chile, Juan Salcedo, decía en 1634 “…todos los mercaderes, o los más de este reino, son vizcaínos. El contador, aunque buena persona, y el escribano de registro… y el alguacil mayor de esta Audiencia también lo son…Y como el doctor Jacobo de Adaro y San Martín, oidor de esta Audencia, también lo es, …tienen todos los vizcaínos, seguras en ellas sus mercadurías, en que se interesan grandes cantidades, pues ninguna pagan a Vuestra Majestad… y cada día va de mal en peor.”
Si dejamos a un lado el intento de tirar a Colón por la borda, protagonizado por los marinos vascos de la Galanta-Santa María, durante el primer viaje; la primera prueba de unidad vasca en América es la que formaron en el primer asentamiento levantado en Fuerte Navidad (Santo Domingo, año 1492). Surgieron disputas y los vascos formaron grupo aparte tal y como señalaron Bartolomé de Las Casas (1484-1566); “juntáronse ciertos vizcaínos contra los otros” y Herrera (1549-1625): “hubo división entre aquellos y que la causaron los vizcaínos”. Tal y como veremos, no fue un caso aislado.
Uno de los muchos vascos asentados en Sevilla, Luis de Arriaga, proyectó en 1501 llevar 200 familias vascas a Santo Domingo, pero solo pudo reunir 40.
Por iniciativa de fray Juan de Zumárraga, nombrado obispo de Nueva España (México) en 1527, muchas familias vascas originarias del Duranguesado se asentaron junto a su compatriota, sin perder su Burjabetasuna-Conciencia Étnica. Los hermanos Juan y Cristóbal de Oñate fundaron la ciudad de Guadalajara en 1542. Juan de Tolosa fundó Zacatecas en 1546 y otros paisanos fundaron San Martín, Indé, Fresnedillo y Santa Bárbara.
Merece nuestro reconocimiento Francisco de Ibarra que llegó a Nueva España (México) en 1539, siendo un niño. A partir de 1554 y hasta 1564 exploró el norte, fundando la provincia de Nueva Vizcaya, cuya capital fue denominada Durango. Nombrado gobernador, declaró que el Fuero de Vizcaya sería el código legal del territorio bajo su mando, por lo que todos sus habitantes fueron considerados nobles y exentos de pagar tributos al rey de Castilla, lo cual disgustó mucho a la corte madrileña. Recordemos un hecho diferencial resaltado por G. W. Villiers, conde de Clarendon, embajador inglés en Madrid en su obra, “Portugal and Galicia, with a review of the social and political state of the basques provinces”, publicada por el editor John Murray en Londres, el año 1836: “Ningún vizcaíno residente en una provincia de España, puede ser juzgado, civil o criminalmente, por las leyes de Castilla, sino en el caso debe ser llamado a Valladolid, para ser resuelto por un tribunal de jueces vizcaínos, y en conformidad con las leyes de Vizcaya”.
Destaquemos también la expedición de Juan de Oñate, la cual, en vez de contar con soldados y religiosos, estuvo formada por colonos y ganado, siendo el introductor de los primeros rebaños de ovejas en lo que posteriormente serían los Estados Unidos de Norteamérica. En 1604 exploró Arizona y el sur del río Colorado, llegando al océano Pacífico por la Baja California. Dejemos constancia de que Juan de Urrutia introdujo el año 1547 las primeras ovejas en la Pampa de Argentina.
Los comerciantes vascos de México se asociaron el año 1584 en el Real Tribunal del Consulado (cámara de comercio). Hubo mucho más que comercio y para muestra creemos que basta tener en cuenta la publicación en 1607 de la obra de Balthasar de Etxabe, “Discursos de la Antigüedad de la Lengua Vascongada”.
La Hermandad de Nuestra Señora de Aránzazu
La Hermandad de Nuestra Señora de Aránzazu fue creada en 1671, inaugurando en 1688 su propia iglesia que también sirvió de cementerio. El inventario de 1710 refleja que la estatua de la Virgen tenía un vestido con 180 esmeraldas; el velo engarzaba 64 diamantes; los antebrazos estaban cubiertos con brazaletes de perlas. Los cinco altares menores tenían 12 estatuas de mármol de tamaño natural, vestidas con sedas de China. Los espejos eran de cristal tallado veneciano; las 15 lámparas eran de plata; de los 8 cálices, 2 eran de oro y las pinturas eran obra de Nicolás de Arteaga.
Todo ello sin autorización del arzobispo, siendo denunciados y solicitada la excomunión de sus miembros. El vicario general de México, Tiburcio de Anunzibay y Anaya, señaló que la excomunión podía “socavar la paz pública”. Ojo al dato porque veremos varios ejemplos.
Elevada la Hermandad a Cofradía, conforme al deseo de los vascos, en 1728 tuvo lugar un grave incidente con un sacerdote mercedario que fue sacado de la capilla por pedir limosna. La denuncia elevada al alcalde citadino decía que eran “…todos unos perros herejes vizcaínos, gachupines viles, inobedientes, relapsos …a quantos vizcaínos vivían en Mexico había que desterrar”. Los “mexikanuak” obtuvieron en 1729 la protección de Felipe V gracias a su hermanamiento con la Congregación de San Ignacio, fundada en Madrid el año 1713 y que acogía en su seno vascos de los cuatro Herrialdes sureños. ¿Nos asombraremos de que dicha institución vasca todavía siga vigente? ¿Tal vez de que la relevante participación de los dantzaris de la Euskal Etxea del Madrid contemporáneo de brillo a su festividad más notoria, la del Corpus?
En 1683 se fundó la Real Congregación de San Fermín de los Navarros con 327 miembros. Basándose en investigaciones de Julio Caro Baroja y otros, Douglass afirma: “Para comienzos del siglo XVII, los medios financieros tanto privados como públicos de Madrid estaban controlados por varias familias navarras –Goienetxe, Iturralde, Uztariz y otros-. Esas familias procedían en su mayor parte del valle de Baztán y la desembocadura del río Bidasoa. El pueblo de Arizkun aportó la mayor parte de personajes ilustres.”
Las actividades vascas prosiguieron en la capital de México en ámbitos que por su Humanismo merecen mayor difusión. Su obra más emblemática es el gran hospicio Colegio de San Ignacio, más conocido como Colegio de las Vizcaínas. Amparar a “las niñas y Matronas viudas, hijas y descendientes de Familias Vascongadas” era su objetivo principal.
Obra demasiado importante, al igual que la Sociedad Bascongada de Amigos del País, como para constreñirla en este artículo, razón por la cual serán tratadas de forma particular en otros artículos Solo añadiremos que a pesar de las intransigencias de las autoridades religiosas, de los problemas inherentes a tan magna construcción y de los prejuicios revolucionarios del siglo XIX, todavía persisten el Colegio fundado por los Mexikanuak en el siglo XVIII y también la Sociedad Bascongada de Amigos del País.
Imposible no recordar el comentario de un funcionario de Guatemala del siglo XVII: “Fue justo quitar a Landecho de la presidencia (de la Audiencia), hubiera convertido el reino de Guatemala en una nueva Vizcaya”.
La Guerra en Potosí

La forma de ser de los vascos, apegados a su Gizabidea-Camino del Ser Humano, independientes, trabajadores y orgullosos, frente a la de los peninsulares, desencadenó la guerra en Potosí, desde 1582 hasta 1666: 84 años. ¡Casi nada!
Habiendo tanta plata en Potosí, ¿por qué se llegó a la guerra? Según testimonios de la época “En el año de 1602 se comenzaron los vascongados a señalar en armas y riquezas; 80 de ellos eran azogueros (de 132); 160 mercaderes… de 12 comerciantes en plata 8 eran vizcaínos; de 12 concejales 6 eran de esta nación…los alcaldes veedores del cerro eran vascongados; de 38 oficiales de la Casa de Moneda, los 22 eran de esta nación; de 10 de las Reales cajas los 6 vascongados; y así en todo lo demás de la república…”
El asunto venía de lejos. Ya en 1582, españoles oriundos de Andalucía y Extremadura, mayoritariamente, pelearon contra los vascos hasta el punto de causar 8 muertos. Un capitán vasco fue asesinado en 1583 y 8 casas del barrio extremeño fueron asoladas. La guerra se cobró 85 víctimas en 1588. Los criollos se sumaron a los españoles y solo en 1593 murieron 16 vascos. En 1608 murieron 52 vascos, 12 criollos y 7 portugueses. Murieron 70 vascos y 20 contrarios en 1614. Pese al dictamen favorable del gobernador a los vascos, la guerra cobró 50 vidas en 1617. La sangría perduró hasta 1624, hasta el punto de que Xelder, líder de los peninsulares conocidos como Vicuñas, después de asesinar a un jesuita que lo reprendió durante un sermón, decía: “…que todas las naciones estéis unánimes con los criollos que así se facilitará la destrucción de estos vizcaínos”. Así debió ser porque los vascos solicitaron auxilio al Virrey. El capitán de la guarnición de Potosí decidió enfrentar el ejército enviado desde Lima, pero no se llegó a derramar sangre por un acuerdo rubricado mediante un matrimonio entre un morrosko vasco y una castellana.
Los documentos de la época constatan la transgresión del pacto por parte de los Vicuñas, calificándose como bandidaje sus acciones. Algunos historiadores zanjan la Guerra en esta fecha de 1624 pero los documentos recogen sangrientos hechos en La Paz durante 1661 y 1666.
Los más trágicos se desarrollaron en el campo minero de Icazota, donde fue controlado un complot contra los vascos en 1665. Salcedo prosiguió las hostilidades y muchos vascos tuvieron que buscar refugio en el campo. El capitán vasco, Pedro de Garro hizo huir a Salcedo quien regresó al cabo de un año con 800 hombres. La destrucción de los bienes vascos fue prácticamente total y 350 perdieron la vida. El Señorío de Vizcaya recibió petición de ayuda, solicitando justicia en la corte madrileña. Demasiados años transcurrieron hasta que Salcedo fuese ajusticiado por sus crímenes.
En opinión de Douglass y Jon Bilbao: “La guerra civil del Perú, que se enconó durante varias décadas, y los sucesos de Icazota constituyen los ejemplos extremos del sentimiento anti vasco en la historia del Nuevo Mundo. Está claro que la envidia suscitada por el éxito económico y político obtenido por los vascos, así como su manifiesto espíritu de clan y su altanería, fueron las principales causas de la ola de violencia anti vasca.”
Envidia por los resultados que se obtienen siendo trabajador, honrado y persistente.
La Guerra contra los vascos en Venezuela
Aunque trataremos el tema en otros artículos, conviene señalar la Guerra contra los vascos en Venezuela. La primera fase fue desencadenada por los Holandeses entre 1732 y 1733, más conocida como Insurrección del Zambo Andresote; líder que escapó por Chichiriviche hacia Curazao, abandonando a los suyos en un peregrinaje hacia el Orinoco digno de atención.
El apoyo de los Grandes Cacaos estaba condicionado al desembarco de soldados ingleses y pese a la derrota que sufrió la flota inglesa en La Guaira (2 de marzo de 1743), mantuanos de la talla de Juan Vicente Bolívar, difundían bulos como que los aliados subían por Carayaca y cartas explicativas del proyecto de invasión: “La voz más común entre los ingleses, holandeses y judíos, es que esta guerra es por los vizcaínos, para cuyo efecto han escrito a esta Provincia 52 cartas, ofreciéndoles grandes conveniencias para que les ayuden a destruir la Compañía Guipuzcoana que dicen que la orden que traen de su rey, es hacer otra nueva colonia».
Huyendo de La Guaira, los oficiales ingleses desobedecieron la orden de su comandante para atacar Puerto Cabello y a la altura de Borburata se desviaron hacia Curazao, donde no solo fueron bien recibidos y atendidos, sino que vieron reforzada su fuerza de ataque con navíos holandeses. Atacaron coaligados a los “venezuelakuak” en Puerto Cabello del 19 de abril al 7 de mayo de 1743 pero nuevamente tuvieron que retirarse. No cejaron en su empeño y una nueva insurrección holandesa-mantuana se produjo en 1749, liderada por el canario Juan Francisco León “el Guapo”, exigiendo “…que en toda la provincia no ha de quedar de esta raza persona alguna, que todas han de embarcar en el primer bajel o nao que se hallare en la bahía y en defecto se aprontará, a costa de dicha gente vizcaína, nao para el asunto.” La consigna más vociferada era “Mueran los vizcaínos”. ¿No le hubiera resultado más fácil al Gobernador Julián de Arriaga, ejecutar al Guapo que remitirlo a la península para ser juzgado?
Los documentos demuestran que los “vizcaínos” hicieron de Venezuela una potencia exportadora que consolidó un País comparable a las mejores zonas europeas, tal y como pudo comprobar el fundador de la Universidad de Berlín, W. Humboldt (1769-1859): «Se cuentan más de 52.000 habitantes en los valles de Aragua, sobre una extensión de terreno de 13 leguas de largo y 2 de ancho. Es una población relativa de 2.000 almas por legua cuadrada que casi es igual a la de las partes mejor pobladas de Francia. El pueblo o más bien el burgo de Maracay era antes el centro de las plantaciones de añil, cuando este ramo de la industria colonial era el más próspero. En 1795 contábanse allí 70 mercaderes con tiendas, en una población de 6.000 habitantes. Las casas todas son de tapias; en cada patio hay cocoteros cuyas cimas se elevan por encima de los edificios. El aspecto del bienestar general es todavía más ostensible en Maracay que en Turmero».
Testigo de la sociedad que lideraron fue un espía francés, Depons, quién refiriéndose a Maracay, dice: “»… al igual del pueblo, sus habitantes son dignos de la admiración del observador. Nadie presume de alcurnia ni se envanece con las distinciones. La industria, la actividad, el trabajo, son base de sus sentimientos. Muchas haciendas de algodón, añil, café, trigo, etc., mantenidas con inteligencia y cuidado, son testimonio inequívoco de la laboriosidad de aquellos hombres y fuente de su bienestar. No cabe duda de que la mayoría de ellos han de ser vizcaínos, pues éstos, entre todos los europeos residentes en Tierra Firme, se dedican con preferencia a la agricultura».
Arístides Rojas (1826-1894) es más preciso: “A los vascos se debe el poderío de los valles de Aragua. Fueron los vascos los que introdujeron en Venezuela el añil de tinte, que cultivaron con buen éxito; fueron los primeros plantadores del algodón y de la caña de azúcar y los que, continuando en su labor civilizadora, hasta el fin de sus días, dejaron a sus hijos, por herencia provechosa, las virtudes del hogar y el amor al trabajo y a la patria.»
La obra cumbre de la unidad vasca fue la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, fundada en 1765 y que todavía está vigente. Dedicaremos un artículo especial a su magnífica trayectoria lo antes posible.