Basajaun
Arbasoak es el nombre vasco de Antepasados, pero literalmente significa “habitantes del bosque”. Entre los numerosos númenes y divinidades de los Bosques Vascos destacan Basajaun y Basandere; el Jaun y la Andrea del Bosque. Recordemos que Jaun-Andreak se refiere a las personas de género masculino y femenino que solo dependen de su trabajo y de Jaungoikoa – Dios (literal el Jaun de lo Alto). Jaun-Andrea se suelen traducir como Señor y Señora, pero es una grave transgresión porque los Señores vivían de sus siervos, de los impuestos y de la Guerra.

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Basajaun y Basandere suelen habitar en lo profundo de las selvas o en cavernas y don José Miguel de Barandiarán recogió múltiples testimonios de que “tiene cuerpo alto de forma humana, cubierto de pelo. Su larga cabellera le cae por delante hasta las rodillas, cubriendo el rostro, el pecho y el vientre. Uno de sus pies es como el hombre; el otro tiene planta circular”.
Mediante gritos previene a los pastores de la llegada de tormentas y su presencia evita los ataques de lobos. El ganado lo identifica mediante un simultáneo y colectivo ruido de sus cencerros, lo cual conlleva tranquilidad a los pastores. A pesar de que a veces es identificado como un ser terrorífico, dotado de fuerza y agilidad sobrehumanas, gracias a sus conocimientos e ingenuidad, los seres humanos obtuvimos provechosos conocimientos por mediación del ingenioso Samartintxiki-San Matiniko.
Basajaun agricultores
Los Basajaun de Muskia (cueva cercana de Ataun) cultivaban trigo y tenían grandes cantidades de cereal. Se rieron de Samartintxiki cuando los desafió a saltar aquellos grandes montones de grano. Lo hicieron limpiamente y sin esfuerzo, en cambio nuestro héroe cayó en medio del primero. “Avergonzado” se despidió de sus amigos pero muy satisfecho porque las grandes abarkas que había calzado para la visita estaban llenas del preciado alimento. Cuando se dieron cuenta del ardid le lanzaron un hacha. Corría desesperado sin poder evitar la persecución del hacha mágica; cuando ya estaba a punto de ser alcanzado se le ocurrió quitarse la camisa y colgarla en un castaño de Mekolalde, término del barrio de San Gregorio. El hacha se incrustó en aquel árbol destrozándolo.

Samartintxiki ya tenía la semilla, pero no sabiendo cuando debía sembrarse, acechó sigilosamente durante mucho tiempo a sus amigos; hasta que oyó decir a un Basajaun: “Si los hombres supieran esta canción, bien se aprovecharían de ella: al brotar la hoja siémbrese el maíz, al caer la hoja, siémbrese el trigo; por San Lorenzo, siémbrese el nabo”. Y así fue como los vascos aprendieron a cultivar cereales. Agradecidos debemos estar a nuestro héroe Samartintxiki.
En próximas entregas nos referiremos a las estrategias utilizadas por nuestro héroe para apropiarse de la soldadura del hierro, la fabricación de la sierra y el eje del molino.

