Lamiak

LamiñakJunto a Olentzero y Basajaun, las Lamiak son probablemente los seres mitológicos más queridos actualmente y nos conviene recordar lo dicho por don José Miguel de Barandiarán: “Hoy se habla de Lamias como de seres imaginarios de otro tiempo. Hay, sin embargo, personas que, al plantear la cuestión de la existencia de tales seres, recuerdan esta frase o sentencia tradicional en nuestro Pueblo: “izena duan guztía omen da” (cuanto tiene nombre se dice que existe).

Tal sentencia y la cristiana que le es opuesta, han dado lugar a una actitud de compromiso que aparece en muchos relatos populares, y que se halla estereotipado en la siguiente frase que alude a seres o genios míticos: “Direnik ez da sinistu bear; ez direla es da esan behar” (no se debe creer que existen; no hay que decir que no existen).”

LamiñakA pesar de que mayormente son seres de sexo femenino, en Baja Navarra y Lapurdi los hay de ambos géneros. En Zuberoa llaman a los de sexo masculino “Maide” y en Ataun “Intxixu”. Son los genios que más abundan en la toponimia: Lamiategi, Lamindania, Lamiñ-ziloak, Laminosin, Lamuxain, Lamienleze, Lamiozingoerreka, Lamierreka, Lamiarri, Laminatea, Lamiñosiña, Lamikiz, Lamiako, Lamiaran, etc. Las regiones con más presencia de Lamiak, según don José Miguel de Barandiarán, están vinculadas a zonas vascoparlantes y son: Bizkaia, la parte meridional de Gipuzkoa, oeste montañoso de Navarra, Laburdi, Baja Navarra y Xiberua.

Habitan en cavernas llenas de tesoros, pero se les ha visto en remansos de arroyos, manantiales, lagunas, fuentes y pozos. Se dice que son de gran hermosura y que pasan mucho tiempo acicalando su larga cabellera con peines de oro o hilando con ruecas del mismo metal. Sin embargo, en Arrizala y Mendibe se les considera constructoras de dólmenes; en Bidarray, Arrosa y Ligi de puentes; en Larramendi, Juxue y Gentein de casas; en Laustania y San Martín de Arberua de castillos; de iglesias en Espés, Arros y Arrosa. Su ropa la limpian por las noches.

Lamiñak

Se alimentan con pan de trigo y maíz, tocino, cuajada y leche; la sidra es su bebida preferida. Al igual que Mari, obtienen estos alimentos de los seres humanos por medio de la “negación”. Si un pastor dice que tiene 12 quesos, pero posee 16, las Lamiak se quedan con cuatro. De igual forma, si una neska dice que lleva en su kaiku 8 litros de leche, pero solo son cinco, le decomisaran tres. Sin embargo, era costumbre que las personas depositasen ofrendas de alimentos en las jácenas de las ventanas, mesas de la cocina, antesalas de las cuevas, junto a los campos de cultivo, etc.

Solicitan a menudo auxilio a los seres humanos en el caso de nacimientos o de agonía, pues se dice que para poder morir necesitan de un ser humano que recite una plegaria en su presencia. Son muy generosas con quienes les ayudan, obsequiando peines, ruecas de hilar, cardadores y gargantillas de oro; pero también carbón y ceniza que se convierten en oro y manteca que se transforma en plata. Sin embargo, si tomas algo de su morada sin permiso, no la podrás abandonar.

Tampoco es conveniente desobedecerles. A una joven del caserío Usi de Orozko que solía frecuentar una morada de Lamiak situada en la cueva de Leziaga, le dieron oro con la condición de que no regresase, regresó y nunca más se supo de ella. Los familiares fueron a buscarla y de la cueva salía una voz: “En el futuro no faltará el oro en Usi; pero también habrá siempre una persona loca.”

Un hombre del caserío Atzemin de Dima hacía carbón en las inmediaciones de la sima Bernaola. Una noche de trabajo ingrato lanzó malas palabras y al instante fue obligado por alguien a dar tres vueltas a la pira de leña, desapareciendo a continuación. Sus vecinos organizaron la búsqueda y al cabo de ocho días lo encontraron en la sima. Explicó que había sido alimentado con avellanas por las Lamiak.

Al anochecer, pasando cerca de la cueva de Saillegunta (San Lorenzo), las Lamiak le dijeron a una joven hilandera que no volviese a pasar por aquel lugar. Lo hizo en dos ocasiones, pero en la tercera fue capturada por las Lamias. Nunca más se supo de ella, aunque las cuentas de su rosario aparecieron diseminadas por los alrededores.

Se dice que los amuletos-kuttunak protectores contra las Lamiak se hacen con ruda y apio. Un vestido hecho con lino hilado en Nochebuena también protege, así como el canto del gallo en marzo, según dicen en Larrabetzua y Ligi. Claro que, para las sorpresas, los vecinos del barrio Altzusta de Zeánuri, se tapaban las narices al pasar por el barranco Memiño, diciendo al mismo tiempo: “Gul barikuen makallaoa yan gendun” (nosotros en viernes bacalao comimos).

Sin embargo, también decían en Ataun, Zeberio y Dima, que mediante una rastra tirada con novillos nacidos el día de San Juan, se les puede capturar pasando por los estanques donde suelen bañarse. Dicen que en un caserío de Mendaro capturaron una Lamia pero que no hablaba. Un día hervía la leche y cuando iba a sobrarse, dijo: “¡Txurie gora!”, desapareciendo a continuación por la chimenea.

Tampoco faltan historias de amor. Un joven de Arrasate-Mondragón, vecino del barrio Garagarza, nativo del caserío Korrione, al ver una Lamia en la entrada de la cueva Kobaundi, quedó enamorado de su belleza. La ninfa puso como condición para casarse que acertase la edad que tenía. ¿Cómo averiguarlo? Una vecina sabia de mucha edad subió a la cueva posicionándose de espaldas a la entrada. Remangó su falda y miró hacia la cueva por debajo de sus piernas. Al ver semejante espectáculo exclamó la Lamia: “En los 105 años de mi vida no logré ver cosa parecida”. Muy contento comunicó el joven a su amada la edad, pero al observar que sus pies eran similares al de un pato, comprendió que no se trataba de un ser humano. La tristeza lo invadió hasta causarle la muerte. Su enamorada llegó a Korrione y cubrió el cadáver con una bellísima sábana que sacó de una nuez. Compungida acompañó el cortejo fúnebre, pero se detuvo en la puerta de la iglesia.

Dicen en Abadiano que las Lamiak solían salir de la cueva de Atxarte con gran estruendo de cadenas. Construyeron la ermita de Kristo-andako y nunca más se supo de ellas.  Las ermitas de Udala y Sara fueron construidas para erradicarlas. En los valles de Llodio y Orozko lo consiguieron mediante rogativas. A la Virgen de Arantzazu atribuyen tal hecho en el barrio Garagarza de Arrasate-Mondragón. De la cueva de Balzola en Dima fueron expulsadas por el sonido de la campana de la ermita de San Francisco de Olabarri. El puente Ebrain de Bidarray fue construido por Lamiak y el cura consiguió alejarlas mediante un conjuro, por tantos años como semillas de lino (son diminutas) caben en un robo (medida de granos).

¡Oi ala bazan, sartu deilla kalabazan! (Si eso fue así que entre en una calabaza)

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