Patxi el herrero era sumamente malvado
De Patxi el herrero.
Además de Samartintxiki, vinculados al trabajo metalúrgico están en nuestra mitología personajes de carácter independiente y fuerte como Patxi Ermentarié o Iturengo Arotza (el herrero de Ituren). Aunque sea una digresión me ha venido a la memoria el apellido original de una familia importantísima de Venezuela, Bolívar, cuyo apellido original era Otxoa de la Rementería, lugar cercano a la puebla de Bolíbar en Bizkaia.
“Patxi el herrero era sumamente malvado. Una vez le enviaron del Infierno un diablo para que llevase a Patxi al Infierno. Así, en una mañana ese diablo se presentó en la herrería de Patxi. Allí estaba Patxi trabajando: de vez en cuando martillando sobre el yunque y otra vez tirando del fuelle, sacudiendo las ascuas, introduciendo en la fragua hachas, rejas de arado y objetos similares de hierro, y así trabajaba.
-Buenos días –le dijo el diablo.
-También a ti.
-Que eres rematadamente malo (dicen), y he venido en plan de llevarte al Infierno.
-No está mal dicho. Vámonos, primero a comer un bocado de almuerzo.
-Vámonos, pues.
Y así, fueron a almorzar. Sentáronse, pues, ambos a la mesa y también almorzaron. Después del almuerzo se levantó Patxi y dijo al diablo: – Sí, ahora podemos partir.
Empezó, pues, ese diablo como esperanzándose; pero no podía levantarse en ninguna forma. Aquel lado de la mesa lo tenía Patxi embadurnado con pez y allí quedó adherido el infeliz diablo. Allí le tuvo Patxi al diablo en tres años hasta que le derritió la pez calentándola con fuego. Cuando el diablo se vió libre, presto se alejó de allí sin acordarse más de Patxi.
Patxi continuaba haciendo más maldades que antes. En esto el Infierno le envió otro diablo que lo llevase al infierno. El diablo de antes le dijo al segundo: ¡Chico! Si Patxi te dijese que te ponga a la mesa, no lo hagas.
Ese segundo diablo se presentó una mañana en la herrería de Patxi.
Buenos días –le dijo a Patxi.
-También a ti.
-Que cometes grandes crímenes en el mundo (dicen) y tengo orden de llevarte al Infierno.
-No está mal dicho. Vámonos primero a comer un bocado de almuerzo.
-Podemos ir.
Ambos entraron en la cocina de Patxi.
-Siéntate a la mesa, amigo- le dijo Patxi al diablo.
-No, no tengo necesidad de sentarme a la mesa.
-Échate entonces mientras yo almuerzo, en ese escaño de ahí.
-Bien dicho está-. Y así se echó en el escaño. Cuando Patxi hubo almorzado, dijo al diablo: -Sí, ahora podemos marcharnos-. Pero el diablo, aunque se esforzaba cuanto le era posible, no podía levantarse del escaño. También el escaño lo tenía embadurnado con pez. Y allí lo tuvo también a aquel en tres años, hasta que finalmente le hubo derretido con fuego la pez. En cuanto se soltó, se marchó raudo al Infierno el infeliz diablo. Patxi se quedó en el mundo y cometía maldades mayores a las anteriores.
Juzgando que aquello (el comportamiento de Patxi) no era propio de hombres, el Infierno le envió de nuevo otro diablo. A este tercer diablo le dijeron los anteriores: -¡Chico! Si Patxi te ordena que te sientes a la mesa, no lo hagas; tampoco, si te dice que te eches en el escaño: – está bien- dijo el diablo y así se marchó al mundo.
Una mañana entró ese diablo en la herrería de Patxi y le dijo:
-Buenos días.
-También a ti.
-Que estás totalmente entregado a la maldad cuentan todos: ¿no es así?
-Eso no es verdad.
-Pues yo tengo orden de llevarte al Infierno y habremos de marcharnos.
-No está mal dicho. Pero, vámonos primero a comer, cuando menos el desayuno.
-Podríamos ir, si se quiere.
En cuanto entraron en la cocina, le dijo Patxi: -Siéntate a la mesa.
-No, no tengo necesidad de sentarme.
Échate entonces es ese escaño de ahí, puesto que estarás fatigado de tanto camino.
-No, no estoy fatigado.
-¡Chico! Súbete entonces a esa higuera del portal y come higos cuantos quieras mientras yo tomo un poco de alimento. Pues están muy buenos.
-Sí, haré eso. Has hablado bien.
Ese diablo subió veloz sobre la higuera. Cuando desayunó, saliendo al portal, llamó Patxi al diablo. Pero el diablo no podía bajar. También la higuera estaba embadurnada con pez y el diablo se quedó allí adherido. Todos los niños de la escuela le castigaban diariamente con una pedrada. Gritaba dando alaridos de vez en cuando; pero Patxi se hacía el sordo y allí le tuvo en tres años., hasta que le hubo derretido la pez calentándola con fuego. Entonces ese diablo, sin ganas de entretenerse más con Patxi, se escapó a gran velocidad.
Patxi se quedó otra vez en el mundo. Tiempo va y tiempo viene, por fin le llegó a Patxi también la hora de la muerte. Cuando murió se encaminó al Infierno, provisto de un martillo, un asador y tenazas. Dan-dan-dan golpeó con el martillo las puertas del infierno.
-¿Quién es? –le gritaron de adentro.
-¡Patxi Ermentarie! –les contestó.
Cuando esto oyeron, todos los diablos se agolparon a apuntalar la puerta a fin de que no se metiera Patxi el Herrero.
Un diablo, pensando que conocería si era o no Patxi el Herrero, se puso a mirar de la rendija de la puerta. Patxi le arrancó las orejas con las tenazas. Por fin (viendo) que el Infierno no le recibía, se marchó Patxi hacia el Cielo. Ha golpeado la puerta del Cielo y sale san Pedro. San Pedro le preguntó a ver quién era: -¡Patxi Ermentarie! –le contestó.
San Pedro no quería permitirle entrar. Entonces apareció una anciana junto a la puerta. Cuando vio a Patxi el Herrero se apuró, y a fin de evitar que le hiciese daño, empezó a hablar bien de él: que había sido gran bienhechor del mundo y otras muchas cosas por el estilo. Entonces San Pedro le abrió la puerta y así, ahora Patxi está en el cielo.
¡Oi ala bazan, sartu deilla kalabazan! (Si eso fue así que entre en una calabaza)
Traducción literal realizada por don José Miguel de Barandiarán de un cuento recopilado en Ataun hacia 1903.